La secreción de mucosidad en nuestro sistema respiratorio es una función normal y necesaria. La función de esta mucosidad es limpiar y lubricar las vías respiratorias, reteniendo los gérmenes y expulsándolos al exterior. Actualmente, hay muchas enfermedades y cirugías que pueden afectar a las propiedades de estas secreciones y, sobre todo, a nuestra función respiratoria. Entre ellas, nos encontramos enfermedades como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la fibrosis quística, enfermedades neurológicas o degenerativas, procesos oncológicos, cirugías toraco-abdominales, etc.
La fisioterapia respiratoria ha demostrado mejorar la calidad de vida en este tipo de pacientes incrementando su capacidad respiratoria, disminuyendo la fatiga y disminuyendo el número de infecciones y, por lo tanto, de ingresos hospitalarios. Consiste en la realización de técnicas físicas y ejercicios encaminados a la eliminación de secreciones de la vía respiratoria, el reentrenamiento y adecuado uso de la musculatura respiratoria y el aprendizaje a la expectoración, mejorando así la ventilación pulmonar.
Pero la fisioterapia respiratoria en el adulto no solo se lleva a cabo en personas con estas enfermedades, sino también en personas que deseen mejorar sus capacidades respiratorias de cara a la práctica deportiva o artística mediante la liberación de sus estructuras respiratorias.